Las alfombras vinílicas han pasado de ser una tendencia puntual a convertirse en un imprescindible en decoración e interiorismo. Y no es para menos: son resistentes, fáciles de limpiar, antideslizantes y, además, ofrecen diseños capaces de competir con las mejores piezas textiles. Pero para sacarles todo el partido, no basta con enamorarse de un estampado: también es importante saber dónde colocarla y qué tamaño elegir según la estancia.
En la cocina: resistencia y estilo
La cocina es probablemente el lugar donde más partido le sacarás a una alfombra vinílica. Entre manchas, salpicaduras y tránsito constante, necesitas un material que aguante el ritmo sin renunciar a la estética. Los diseños de inspiración hidráulica son todo un acierto, ya que aportan carácter mediterráneo y un aire renovado al instante. ¿Dónde colocarla? Lo ideal es en la zona de trabajo, justo frente a la encimera o la isla. En cuanto a formatos, los modelos alargados tipo “camino” son los que más se eligen.
En el salón: delimitar y aportar calidez
El salón pide una alfombra que estructure el espacio y aporte confort visual. Aquí funcionan muy bien los diseños geométricos o los tonos neutros, que ayudan a marcar zonas. Por ejemplo, la del sofá o la mesa de centro, etc., sin necesidad de grandes cambios. La clave está en el tamaño: si la colocas bajo la mesa de centro, procura que sobresalga unos 20 cm a cada lado para que se vea integrada. Y si es bajo la mesa de comedor, lo recomendable es que cubra toda la superficie, incluyendo el espacio de las sillas incluso cuando están abiertas. De esta forma, todo el conjunto queda equilibrado y mucho más acogedor.
En el pasillo: practicidad con personalidad
Los pasillos suelen ser los grandes olvidados de la decoración, y sin embargo, una alfombra vinílica estrecha y alargada puede marcar la diferencia. Además de proteger el suelo del desgaste, aporta dinamismo y estilo. Si buscas amplitud, apuesta por rayas longitudinales o diseños minimalistas; si prefieres arriesgar, un estampado colorido convertirá el pasillo en protagonista. Colócala siempre dejando unos centímetros libres a cada lado, para que el suelo actúe como marco y no quede recargado.
En exteriores: la aliada perfecta
Sí, las alfombras vinílicas también tienen su sitio en terrazas, balcones o porches. Gracias a su protección UVI y resistencia a la humedad, se mantienen impecables incluso con el uso diario al aire libre. Funcionan especialmente bien en la zona de comedor exterior o en un rincón chill out con butacas. Aquí, los formatos grandes son los más recomendables, ya que ayudan a unificar el espacio y a crear una atmósfera acogedora.
En definitiva, las alfombras vinílicas son mucho más que un accesorio: ordenan los espacios, aportan estilo y resuelven necesidades prácticas en cualquier estancia de la casa. Elegir bien el diseño, el tamaño y la ubicación es lo que convierte una simple alfombra en la pieza clave que transforma tu hogar (o el de tus clientes) en un lugar más bonito, funcional y con personalidad.