La vida en el Llagar es dura, se maya en otoño, pero no sirve cualquier día, tiene que ser menguante, porque es más propicio. Los agricultores van con sus sacos llenos de manzanas y ahí empieza la fiesta, esa que nos indica que el invierno anda rondando, que nos anuncia que el amagüestu está cerca.
En casa de mi abuela había una habitación empapelada. En ella, el papel era amarillento, con flores, imagino que los años lo hicieron así, al mirar por la ventana veías las grandes hortensias que recubrían los muros del fondo de la finca. Esas dos imágenes son las que ahora veis convertidas en papel, la naturaleza y la nostalgia, juntas.
La seronda ha llegado. ¿Notas el viento cálido pero sin tregua? Es aire de castañas y anuncia que el otoño se está terminando, toca ir a pasear al bosque, a coger castañas hasta de las cunetas de las carreteras, toca pelearse con los pinchos un poco y entresacar las bichadas de las demás. Toca pasear por la ciudad con el olor de las castañas asadas en las plazas, la castañera ha llegado y con ella, el inicio del invierno.
Dicen que si no tienes hortensias en casa no tienes casa asturiana, aunque también dicen que una casa con hortensias no quiere casar, es decir, que si hay hortensias no hay boda. Yo prefiero quedarme con el primer dicho porque no conozco nada tan bonito como las bolas de hortensias a la puerta de una casa.
Cuando era pequeña pasaba mucho tiempo sola, no porque no tuviera con quien jugar, sino porque necesitaba estar sola. Frente a mi casa en el pueblo había un bosque, de aquella era un bosque tupido, con arboles autóctonos y algún pino y eucalipto disperso y con una cantidad enorme de helechos gigantes. Me encantaba hacerme un fuerte y una cabaña con los helechos, iba con un gran cuchillo y los cortaba, los ponía unos encima de otros y así hacia mi pequeña casa de helechos mientras pensaba en la cantidad de casas que haría para otros cuando fuese mayor.
Desde pequeña recuerdo una película, se llamaba Ferngully y me dejó marcada para siempre. Era una peli de dibujos del año 92 que narra las aventuras con un claro sesgo ecologista de un humano y un hada que convierte en pequeño al humano y le enseña su mundo bajo los árboles de una selva tropical en Australia. Se trata de una película que narra como las maquinas quieren destrozar el monte para construir, y como ellos pelean porque no suceda, juntos. Me encantaban sus escenas, entre arboles, con un tipo de imágenes pelín oscuras, saltando sobre setas gigantes, encendiendo las que salen en los árboles al bajar de unas a otras, navegando en una hoja por un pequeño lago… Este mural es parte de mi infancia, de mis recuerdos y de mi imaginación.
Entre las setas están los duendes, los trasgus, las xanas, entre los árboles, las risas de los niños jugando al escondite, los pájaros cantando, el aire que mece sus hojas y tira al suelo las ultimas que recuerdan que el invierno está a la vuelta de la esquina.
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